Gracias a ese conocimiento diferente que se adquiere luego de alejarse un tiempo de algo, he podido notar que vivimos en una cultura de queja constante. En todos los espacios, tanto concretos como en la Internet, a toda hora del día, en todos los ámbitos, la crítica, la queja, la protesta, la insatisfacción y el rechazo se hacen presentes en este país (Argentina). No sé en cuántos otros países sea así, pero estoy seguro que en este, lo es.
Puede resultar paradójico este escrito, ya que, si bien lo construyo en forma reflexiva e intento darle un tono informativo y testimonial (mis propias opiniones y percepciones), no deja de ser, en el fondo, una crítica a la cultura de la queja. Pero es una crítica a la crítica generalizada que encuentro en cada lugar a donde voy. Sin embargo, no por eso dejaré de dar mi punto de vista, el cual puede llegar a ser, incluso, una propuesta de cambio y de mejora social.
Tuve la oportunidad de estar fuera del país por unos meses, y la experiencia, al volver, fue impactante. Donde estuve (en Colombia, como muchos ya saben) la cultura no adquiere el carácter que tenemos acá. Ese contraste fue el que irrumpió en mi en el instante mismo en el que tuve contacto nuevamente con argentinos, en el aeropuerto internacional de Lima donde hizo escala mi vuelo. Luego de llegar a Ezeiza, no fui directamente a Capital, sino a la provincia de Buenos Aires, luego pasé unos días en mi estimado Neuquén, y ahora nuevamente estoy acá, en la provincia. Es increíble cómo aquí, en Argentina, aunque se incrementa gradualmente a medida que uno se acerca a la capital, todos tienen algo de qué quejarse, algo por qué protestar, algo que criticar. Si no es al de la tele, es al vecino, sino es al verdulero, o al presidente, o a los jóvenes, o a los adultos, o a los dueños, o a los empleados. Un amigo me replicaba: “pero es que acá la corrupción es altísima, y no te podés quedar cruzado de brazos”. Yo sé que vivo en un país donde existen altos niveles de corrupción, en todos los ámbitos, ya que no sólo ocurre esto en la política, o en cargos gubernamentales. Sin embargo, he visto en Colombia, personas que viven precariamente, se pasan el día entero en la calle, en la vereda, vendiendo alguna fruta, alguna película pirateada, o bebidas de frutas, en un lugar que huele hediondo, donde el calor es tan o más insoportable que en Buenos Aires en verano, donde la cantidad de gente que circula por ese lugar es comparable a la que podemos observar en la estación de trenes de Constitución, y sin embargo, a pesar de tener condiciones que para muchos acá serían insalubres e insostenibles, allá se los podía observar hablando con el vendedor de al lado, riendo, haciendo su trabajo sin quejarse de su situación, y atendiendo en forma muy servicial, muy amable, muy respetuosa. Acá uno va al kiosco y se encuentra con que, por poco, lo reciben con un golpe. La persona que se encuentra “atendiendo”, mientras mira su celular, hacia la calle, o cualquier otro punto que no sean los ojos de uno, nos recibe con un seco y cortante “¿Qué queré’?”. El antiguo saludo: “Hola” o “Buenos días/tardes/noches”, aquí, ya pasó de moda. Hacés señas para parar el colectivo desde la parada. Con suerte se detiene adelante tuyo, a 2 metros de la vereda. Te subís, y te llega un “¿cuánto?”, o, en el mejor de los casos es “¿donde va’?”. Creo que no es necesario aclarar el tono en que son emitidos. Si hay mucha gente, no falta el “arriba!”, aunque esté justo en la esquina y el semáforo esté en rojo. El chofer conduce como si llevara ganado detrás de él, o como si tuviese un deportivo de dos plazas. Si vas a la verdulería y querés elegir la verdura que vas a comprar (pagar) te sacan corriendo. Si de pronto, se te ocurrió cruzar la calle cuando estaba por cambiar el semáforo, no falta el que te toca bocina (insistentemente), cuando el semáforo está en amarillo todavía, al tiempo de un grito parecido a “¿no sabé’ lo’ colore’?”.
En la ciudad de Buenos Aires, según mis estimaciones, deben haber protestas, manifestaciones o paros unos 269 días al año, es decir, los 365 días que tiene el año menos los fines de semana. También están los que se quejan de aquel grupo de personas que se queja, esto es: un grupo de personas realizan una marcha o una manifestación, y esta forma de hacer valer sus intereses grupales va en desmedro de otros, por lo que esos otros no tardan en criticar a los primeros: “esos que no laburan y vienen a cortar la calle, y los trabajadores, los que sí laburamos, nos lo tenemos que bancar”.
Siempre hay motivos, y aunque suene irónico, no lo es, pero todos son válidos. Los del corralito, los jubilados, los empleados públicos, los maestros, los estudiantes. Subió la carne, subió la verdura, subió el combustible. Si construyen muchos edificios, si pasean perros, si talan árboles, si el tren hace mucho ruido. Todos estos motivos son válidos, son justificadas sus “luchas” o sus protestas. Ahora, ¿eso significa que, en los países que no tienen el despliegue de quejas que nuestro patrimonio exhibe, no existan este mismo tipo de problemas?. Yo creo que los hay, igual que acá, en más o en menos, en cualquier país.
La crítica se mezcla con la insatisfacción permanente y dirigida hacia todas partes, de esta forma el rechazo es altísimo: rechazo por la cultura, por el otro, por la sociedad, por la vida misma. Se genera un ámbito en el que todo es malo o negativo, todo es criticable, todo apesta. Las personas, de este modo, se sumergen en un estilo de vida que los enceguece completamente de los aspectos buenos que hay en todas partes, en todas las personas, en todos los momentos.
Hay una canción de Jorge Drexler que dice “un país habituado a añorar”. Si bien es uruguayo, esa frase también nos pertenece. Vivimos recordando el pasado, volviéndolo a vivir cada vez que es posible. Pensamos y pensamos en qué hubiera pasado si...; en dónde estaríamos si...; por qué a tal se le ocurrió hacer esto y no aquello otro; yo tenía...; antes se vivía de otra manera; todo tiempo pasado fue mejor (aunque también anterior, como dice la frase de Les Luthiers). Recordamos el mundial en que salimos campeones, y el gol que nos dio la victoria hace como 20 años. Tenemos feriados por la muerte de los próceres que vivieron hace 200 años, pero muy pocos saben lo que hicieron realmente o quiénes fueron. No es que sea malo recordar de dónde venimos, quiénes somos, cuáles fueron los hitos en nuestra historia, lo perjudicial resulta ser vivir en ese pasado. Tenemos un presente que, en rigor, es lo único real, ya que el pasado no existe, y si se lo rememora es en el presente donde ocurre. Sin embargo, ese presente pasa inadvertido. El gobierno de turno viene a vengar a los de “su bando” contra lo que les hizo el gobierno anterior. Ese resentimiento por lo que aconteció hace ya tiempo y la incapacidad de perdonar es lo que demanda tantas energías mal gastadas a la hora de gobernar, en lugar de buscar el bien común.
Insatisfechos con lo que viven, dan lugar a un mal humor generalizado, una alta predisposición hacia el enfrentamiento y la pelea.
No sé si se llega a notar en la nota que mi intención es no repetir el mismo patrón; si bien no realizo el énfasis necesario, queda sellado en la estructura del escrito. Quiero decir con ésto que, con la crítica (o con más crítica) no cambiamos la historia, sino que perpetuamos esa forma de relacionarnos. Tengo la intuición dentro mio de que la queja constante persiste justamente para no cambiar, es el intento de permanecer iguales. Uds. ya conocen el dicho: "más vale malo conocido, que bueno por conocer!".
Sería absurdo proponer soluciones a lo que constituye una forma de vida, una cultura, pero creo yo que, si fuésemos capaces de vivir con menos rechazo por todo lo que nos rodea, ese cambio de actitud generaría un círculo virtuoso, en términos de la cibernética, se generaría una retroalimentación positiva, donde la sonrisa sería contagiosa, el buen humor estaría en el aire, el buen trato sería lo cotidiano y, como dice el dicho, si pudiéramos poner “al mal tiempo, buena cara”, tendríamos mejores resultados. Debido a toda esa ola de amabilidad, y aunque suene algo utópico, el país entero se beneficiaría. Si piensan que estoy volando demasiado, entonces simplemente imaginen un lugar donde la mayoría estuviese de buen humor, viviera con mayor alegría; aunque la situación fuese la misma y los hechos no cambiaran, tendríamos igual un país mejor y más sano.
Este escrito puede tener un sabor a cambio para los que están dispuestos a construir, ya sea en pequeños gestos, un mejor lugar; y amargo para aquel que se identificó con él, ya que se presenta la realidad cotidiana en forma cruda, y además, critica su forma o estilo de vida. Por eso, y ahora sí, como buen “argento”, te pido que critiques esta crítica hecha a los que critican constantemente.
Gracias!
19/3/10
La cultura de la queja
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En razón a mi cercanía familiar, con quien escribe su primer y muy buen artículo, talvez no sea el indicado, ni tampoco poseo los conocimientos académicos de éste tipo de pensamientos-observaciones-vivencias, para efectuar una especie de crítica, por ello lo expongo como un comentario. Sin duda tus observaciones son perspicaces y realistas, son el pan de cada día. Desde muy chico (60) recuerdo la música de nuestro país, tanto en el tango (fundamentalmente) como así también en gran parte del flockore andino y patagónico, el tema de la queja, del sufrimiento, de lo malo, o lo malo por venir en sus letras, y quejumbroso en su música, casi diría triste. Si tuviese el estudio académico que sin duda es necesario, me gustaría tratar el tema de ese "quejumbroso" vivir diario y recordativo, con nuestra música desde principios del siglo pasado, hasta el rock nacional protestatario. Tengo muchos recuerdos de mi infancia, y ese tipo de actitud que expresa mi hijo, estoy seguro no eran así, existía la amabilidad, la sonrisa del dependiente, y hasta la severidad del sacerdote … solo mostraban "humanismo" si cabe ese término para expresar algo como: solidariedad, respeto, amor al prójimo y por sobre todo alegría de vivir.......
ResponderBorrarTe felicito hijo por tener esa agudeza natural en ti, en el observar la vida, poder exponerla en el papel y comparar distintas culturas. (No hay nada mejor cosa para aprender como la propia experiencia). Volviendo al tema, hoy leía sin ir más lejos pensamientos del Presidente del Uruguay que entre otras cosas decía (Ojo no deseo sacarlo de contexto, todo su mensaje es parejo): "trato de que salgamos de la trampa del dolor. Por eso no queremos que los soldados de hoy carguen con la historia como un fardo. Si acaso, como una lección, y que los niños que crezcan y palpiten otro tiempo vean otras Fuerzas Armadas...".. Vean en ese mensaje la diferencia con nuestra vista como argentinos (Gobierno, son nuestra guía no?) del pasado, no les parece? Ese es un mensaje de esperanza, de ver el pasado, pero pensando en el futuro.
Bien no deseo ser yo el escriba tanto como tú tan bien lo has hecho, solo me resta decirte: Hijo te felicito-¡!!! Adelante …………..Piu Avanti ¡!!!
a mi parecer si clasificaramos realmente de una cultura, como "la cultura de la queja" podriamos emplear tambien esta palabra"queja" para dar una exacta apreciacion al planeta tierra, dentro del sistema solar.
ResponderBorrarya que constante mente nos enfrentamos a nivel mundial, a comentarios, medios de comunicacion entre otros. que nos afirman que todo esta en depresion ,que cada vez hay mas desempleo,que la guerra etc ,etc.a mi parecer esta opinion no seria precisa ni adecuada para definir algo que esta conformado por un poco de todo., pienso que la cultura en cuestion no pertenece a un pais concretamente si no es mas una percepcion de las personas que de una u otra manera se identifica con este tipo de pensamiento., en realidad no creo que exista una "cultura de la queja" ,seria como decir el "hogar feliz" (clasificar algo) lo que quiero decir con esta frase es que suponemos que todos lo hogares DEBERIAN ser "FELICES" hacemos hogares desde nuesro idealismo para construir una famila perfecta pero al igual que una cultura esta cargada de muchos componentes que la conforman y hacen parte de ella ,igualmente en una cultura el hecho de que exista la queja ,no excluye el hecho de pensar que hay quienes viven de una forma completamente diferente y que los componentes que le aportan a esta cultura permite un equilibrio para que pueda seguir cumpliendo un proposito o simplemente desarrollandose.(retomo mi anterior ejemplo) eso es lo que intentan mostrar muchos de los padres de familia somos de una u otra forma dentro del hogar, cuando no son ninguna de las dos.ya que tampoco podriamos clasificar una cultura como la "cultira de la alegria,o la paz o de la guerra)siempre en todo sistema hay una mezcla de todo que genera una homeostasis.
y tomando en cuenta el contraste, donde tomas de referencia a colombia ,es verdad que hay personas que viven mas felices,dependiendo a lo que llames "felicidad" o son mas amables ,pero como todo el mundo lo sabe tienen una problematica con la droga y acaso podriamos decir... ¡colombia la cultura de la droga! ,¡ de la guerrilla! no podriamos clasicar esto ya que muchas de esas personas a las que observaste no entrarian dentro de esta apreciacion!!!y tampoco podriamos negar que estos dos grupos comparten la misma nacion y al existir diferentes grupos de personas que comforman una cultura no podriamos llamarlos o clasificarlos dentro de una sola forma de ver las cosas. para finalizar pienso que cada persona es un mundo en donde existen millones de contraste y no por eso podriamos decir es asi,o deberia der asi ,cada cual trae consigo eso con loque mas se identifica y se queda perdido en su propia sombra.
che, que buen escrito.
ResponderBorrarsos un analista recopado.
pibe sos psicologo,sociologo,filosofo?
yo soy psicologa de la uca y soy una filisofa de nacimiento, me encantaria poder entablar debates por horas.me puedo poner en contacto con vos?
acerca de mi opinion sobre este tema tan polemico es que la argentina es hermosa pero nosotros los argentinos somos una mierda,como lo decis todos protestan por falta de laburo y nadie quiere hacer nada ,solo protestar y quejarse,somos una sociedad desubicada en busca de una solucion caida del cielo.
mateo muy bueno felicitaciones.
ojala todos tomemos consciencia de que la queja no conduce a ningun lugar y si a la argentina .
Teo, la verdad que sabiendo tus conocimientos y tu pasión por otras cosas, me sorprende lo bien que te expresas. Pero dejando de lado, mi gusto hacia tu prosa, quería dar mi opinión sobre lo que decís. No creo que haya que irse tan lejos para notarlo, vos lo sabrás muy bien la locura, la presión, la tensión, el miedo todo eso que se vive en capital Federal, en el interior no se da. Son como las famosas buenas costumbres que pareciera ser que se perdieron. Un saludo Campeón. Un abrazo bestia
ResponderBorrarTeo! Qué bueno todo esto, felicidades por el proyecto!
ResponderBorrarLeyendo todo me vienen a la cabeza varias cosas, pero sobre todo el recuerdo de conversaciones, generalmente del tipo política, sostenidas con algunas personas (por suerte ni “todas”, ni “la mayoría”) en los últimos tiempos, en las cuales me estaba llamando mucho la atención justamente esto: “La queja, por la queja misma”.
He notado que esto se repite cada vez más frecuentemente, muchas personas han perdido la capacidad de análisis sobre las problemáticas, sean cuales fueran éstas, y han caído en la queja como fin mismo de la cuestión, sin notar lo nocivo que esto es para todos y cuanto afecta esto a la conducta diaria de todos.
Claro, que tener una mirada más amplia y compleja de lo que nos pasa implica informarse, estudiar, preguntarse, en fin, “usar la capocha”.
Personalmente creo, como vos bien decías, que la queja no es más que el resultado. Resultado de insatisfacciones, frustraciones, etc., pero no la causa.
Creo que si, es necesario realizar una “sana” critica, permanente, para asegurarnos la evolución personal, por consiguiente del la sociedad y un poco más arriba de la humanidad, pero esta crítica debe ser analítica, buscando respuestas, no construida como defensa diaria o filosofía vital basada en la facilista premisa: “no pensar”.
Ahora, ya tengo la crítica de la crítica (ja), entonces yendo un poco más allá:
¿Qué hacemos con esto? ¿Por qué sucede?
¿Quién es el responsable de que esto sea así?
¿Será que somos naturalmente pesimistas?
¿Será que estamos influidos o no tenemos la información suficiente?
Ahí se me terminan las teorías… (por ahora…) :-)
Diego