18/5/17

Hubo una vez

Hubo una vez en que sonreír
no fue más que mirarte a los ojos
donde mis anhelos encontraron hogar,
y mis miedos se asustaron,
derretidos se escurrieron por mis hendijas,
por las grietas de mis heridas.

Hubo una vez en que sostenerte la mirada
fue abrazar una brasa ardiente
y aparecieron un mar de agujas clavándose en las puntas de mis dedos
imaginando rozar tu rostro suave y curvo,
en caricias suaves y espinosas.

Hubo una vez, hubo un día,
una hora, un minuto, un segundo,
una millonésima de un instante,
en que mi blanco se convirtió
en el centro de tus dardos escorpianos,
venenosos de ternura y profundidad.

Hubo algo, una vez, una chispa,
electricidad recorriendo mis pupilas,
y mi nuca, y mi espalda, y las suelas de mis zapatos
y la silla donde yo estaba sentado,
y de ahí, al galope, atravesó la mesa que nos separaba,
como un rayo electrificó ese metro de distancia,
y un segundo fue un eón y la eternidad misma,
y esa chispa llegó a tu lado de la mesa,
saltó, y así llegó a la silla donde vos estabas sentada
y tus manos destellaron y tus ojos fueron
hordas de fotones cambiando de nivel cuántico.

Y sigo sin saber qué hubo esa vez…

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